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Para abrir nuevos caminos, hay que inventar, experimentar, crecer, correr riesgos, romper las reglas, equivocarse… y divertirse”. Mary Lou Cook

domingo, 24 de julio de 2011

Una niña buena

Ponte siempre zapatos, no hagas ruido en la mesa, usa medias veladas…

Esa era la lección que nos daba Shakira a las niñas de la época, llamando más bien a la rebeldía que a otra cosa. En ese entonces (cuando ella tenía el cabello negro y no sabíamos que se movía como una licuadora) tenía unos 6 años, pero el tema de las niñas buenas vino a inquietarme más bien después, cuando me di cuenta que mis conceptos son un poquito diferentes a los de la inmensa mayoría.

Creo con firmeza que el concepto de la ‘niña buena’ está sobrevalorado. Esas mujeres que nos pintaron alguna vez que no se meten con nadie, siempre dicen y hacen lo correcto, tienen un novio de toda la vida y no son capaces de matar ni una cucaracha simplemente no pueden existir.

Admitámoslo: todas somos malas de vez en cuando. El problema está en que nos hemos dejado llenar la cabeza de los moralistas que abundan por ahí (y que terminan siendo los más sucios de todos) y vivimos prevenidos con lo que hacemos, decimos, comemos, cantamos, los tipos que nos tiramos y la ropa que nos ponemos.

Por trillado que pueda sonar ¿Qué importa lo que digan los demás? Hace tiempo decidí que a mi me tiene sin cuidado y por eso hago lo que quiero, digo lo que me parece sin anestesia, como lo que se me da la gana, canto lo que siento, me tiro al que me gusta y me visto según me sienta en el día.  No es tan difícil, para lograrlo hay que volver nuevamente a un ejemplo de Shaki y hacerse la ‘Loca’. Mi vida es mía y si a alguien no le parece, que busque otra a quien molestar.

El rótulo de niña buena hace rato lo boté. Es más, creo que nunca lo tuve. Pero no porque sea una perra desgraciada a la que no le importan los demás, sino porque entendí que este concepto está errado. Para mí las niñas no deberían preocuparse tanto por ser buenas, sino porque sus palabras y actos sean consecuentes con sus pensamientos, que sean fieles a sí mismas.

No nos preocupemos por ser niñas buenas, busquemos más bien la forma de disfrutar de un cómodo punto medio. Seamos correctas con nuestros ideales, pero démonos la libertad de pensar sin remordimientos, de eliminar nuestros prejuicios y de vivir la vida, que al fin y al cabo es lo más importante.

Seamos inteligentes e instalémonos en el medio. No se les olvide que, a pesar de todo lo que digan de ellas, Mae West estaba totalmente en lo cierto cuando dijo que “las chicas buenas van al cielo, las malas a cualquier parte”. Tomen ustedes un poco de la parte mala y disfruten el viaje. 


viernes, 22 de julio de 2011

Para no perder la costumbre

Estamos en la onda fonsística, porque en una semana(y les juro que acabo de caer en cuenta, como a quien le cae una piedra en la cabeza) estaré nuevamente junto al hombre que me hace reír, que adoro abrazar y que me ha acompañado por tantos años con su música. Vuelve después de 3 años y yo siento de nuevo como si lo fuera a ver por primera vez. Pero esta vez será más especial y más profesional. Cumpliré uno de mis sueños profesionales al entrevistarlo, tenerlo en frente no como la fan que lo ha adorado durante 12 años sino como la periodista, ¡la profesional que va a lucirse!

En lo que llevo en los medios de comunicación -que vienen siendo unos cinco años- he hecho cuestionario dos veces, dependiendo de lo que me produzca el personaje a entrevistar. Con Fonsi solo he pensado en la forma como me verá cuando entre por la puerta y no le pida una foto sino una entrevista. Pero es un reto del que saldré airosa, como la profesional que soy. De eso no les quede duda. 

Estaré muy fonsística de aquí al 29 y por supuesto les contaré los detalles de la aventura que ya no será aventura, sino una ‘asignación especial’. Por ahora, para no perder la costumbre, les dejo el video de su presentación ayer en los Premios Juventud. Cabe anotar que ese corte de pelo le queda perfecto, le diré que no se lo cambie nunca!


jueves, 7 de julio de 2011

Poniéndome cursi...

Lo admito, me pegó fuerte. Ayer, como todos los días hice bromas sobre el asunto pero la envidia, que es algo inherente a los seres humanos y que aparece por más que queramos pelear con ella, no permite alegrarme del todo por esto.

No me malinterpretes, estoy feliz por ti. El problema aquí es que la vida sigue recordándome que tal vez pude haber sido yo, aunque no estoy muy convencida de querer tomar ese lugar. Pero la duda me mata y sigo preguntándome que hubiera pasado si…

Si tal vez hubieras llegado antes.

Ya no importa, llegaste ahora y planeo disfrutarlo sin remordimientos, pero con límites. Con ese límite que me dice que no me perteneces sino a ratos y que solo eres joya prestada, que tengo que devolver después de haberla usado igual que hacen las actrices de Hollywood con las joyas que llevan a la alfombra roja después de habérselas mostrado al mundo entero. Pero ahí entra otro problema más grande, porque ni siquiera puedo mostrarte.

Si, estoy feliz por ti, pero estoy algo triste por mí. Porque no puedo felicitarte como quisiera, dándote un abrazo como ese que nos dimos y que hizo que tu perfume se quedara en mi memoria por siempre. Con un beso de esos que me dijo que querías que me quedara ahí, al menos en ese instante.

No puedo decírtelo a la cara porque pensar en mí ahora sería arruinar un momento tuyo, con ellos, de ustedes. Un momento que no me pertenece y del que no puedo ser tan egoísta para apropiarme. Así que lo diré aquí: ¡felicidades!  Deseo de todo corazón que Dios ilumine tu vida y que te dé lo mejor que hay en ella. Así también le pido que te mantenga a mi lado así sea de lejitos, para que yo pueda verte y saber que, en el fondo, ese también es tu consuelo…