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Para abrir nuevos caminos, hay que inventar, experimentar, crecer, correr riesgos, romper las reglas, equivocarse… y divertirse”. Mary Lou Cook

viernes, 30 de diciembre de 2011

Cerrando para volver a abrir…

Llega los días de conclusiones. Balances sobre lo bueno y lo malo, lamentos sobre lo que ya no puede hacerse. El fin de año y las esperanzas, de algunos, renovadas para que el que año que se aproxima sea mejor.
Yo por mi parte, estoy acostumbrada a las comparaciones que, aunque odiosas, se me hacen necesarias para saber que estuvo bien y mal en mi propio termómetro.
El 2011 para mí fue un año de muchas enseñanzas. Pero la más importante, que aunque ya sabía este año y sus vueltas se encargaron de reafirmar, es que Dios y sus motivos para cambiar nuestros rumbos súbitamente siempre son sabios. Hace pocos meses recibí un golpe que creí que me devastaría, pero aquí estoy: de pie nuevamente y disfrutando las consecuencias de ese giro brusco que un día me hicieron dar y que hoy no quiero que se devuelva a su punto de origen.
Y, como si todo formara parte de un hilo mágico, una cosa llevó a la otra. Mis metas, aunque siguen siendo básicamente las mismas, se han transformado hacia bases más aterrizadas: entendí que ser reconocida no es mi prioridad, sino poder vivir de mis letras y la profesión que amo. Es inevitable sentir en cada poro la sensación de crecer, se no ser ya la misma de antes, pero sé con certeza que a respuesta es la misma: la esencia se mantiene y la base va evolucionando…
Ese mismo hilo me ha conducido al plano personal, en el que también sigo aprendiendo. Hay cosas que me dejan estar más cómodas y otras con las que no lo estoy tanto, pero sigo convencida de que pocas cosas son capaces de quitarme la paz. Me estoy enamorando todos los días de la vida y de las pequeñas cosas que me brindan felicidad.
Por lo que doy gracias cada año, es por la gente maravillosa que se atraviesa en mi camino y la que ha permanecido ahí desde hace largo tiempo. Mi familia, aunque a veces me desespera, es un pilar sin el cual me derrumbaría y siempre les daré gracias por lo que han hecho de mí y por mí. Mis amigos aunque muy pocos los verdaderos, son la familia que escojo todos los días y que me hace sentir afortunada por contar con ellos y su luz, la luz de las personas que quieren estar contigo de verdad y con las que sabes que puedes contar siempre.
Pero lo más importante…cada año doy gracias porque mi capacidad de soñar sigue intacta, permitiéndome recordar los motivos por los que me levanto a diario. Y más que el cumplimiento de los que ya tengo, por lo que trabajo siempre, pido para el 2012 licencia para que los nuevos lleguen de la mano de los cumplidos y que  el límite siempre sea el cielo…

Que el 2012 les traiga eso: licencia para poder soñar y ser felices. Para que los visualicen todos los días y se convenzan ustedes mismos de que los cumplirán. De regalo les dejo una imagen que se convirtió en la visualización de uno de mis sueños: En el futuro, no será la Rana René mirando Nueva York, sino quien esto escribe mirando el horizonte y pensando en el siguiente paso.


2 comentarios:

  1. Creo que a todos nos pasa algo similar, y pienso que lo realmente importante es, a pesar de las cosas negativas que sucedieron a lo largo del año, recordar que las más básicas, las imprescindibles, siguieron allí: familia, amigos, salud, trabajo. Buen post.

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